Esteban Navarro Soriano, (Moratalla, Murcia, 18 de marzo de 1965), es un escritor español de novela negra y policíaca. Fue agente de policía desde el año 1994 hasta el 2018. Impartió clases de literatura en la Escuela Canaria de Creación Literaria desde el año 2011 hasta el 2013. Fundó y organizó el Concurso Literario Policía y Cultura. Colabora en la organización del Festival Aragón Negro en las actividades convocadas en la ciudad de Huesca.
Amazon lo reconoció como uno de los autores pioneros del libro electrónico y está considerado como el creador del término Generación Kindle, nomenclatura utilizada para referirse a una serie de autores que comenzaron a publicar sus obras directamente en Amazon, sin necesidad de una editorial tradicional, (autopublicación digital en Amazon Kindle). Su novela La casa de enfrente (2012) se convirtió en un fenómeno de ventas en Amazon España. Estuvo semanas entre los títulos más vendidos en Kindle y llamó la atención de Ediciones B, que la publicó en papel. Desde entonces ha publicado tanto de forma independiente como con editoriales tradicionales.
En enero del 2013, su novela La noche de los peones (con la que inicia la serie protagonizada por Diana Dávila), quedó entre los finalistas que optaban al Premio Nadal. Ese mismo año fue distinguido por la Jefatura Superior de Aragón por prestigiar el Cuerpo Nacional de Policía. También son de esta serie Los crímenes del abecedario, La puerta vacía, La marca del pentágono y El apagón.
Con El buen padre inicia la serie protagonizada por Moisés Guzmán. Le siguen Los fresones rojos y Los ojos del escritor. Otras obras suyas son: El ajedrecista, Un año de prácticas, La rubia del Tívoli, El cónsul infiltrado, y Una historia de policías, su novela más polémica. Como consecuencia de su publicación, el Ministerio del Interior le abrió un expediente disciplinario por faltar al respeto al Cuerpo Nacional de Policía y vulnerar su deber de neutralidad por criticar la institución. Fue suspendido de empleo y sueldo durante varios meses. El caso generó polémica en los medios y un debate sobre la libertad de expresión de los funcionarios públicos. Muchos escritores, periodistas y lectores lo defendieron, alegando que la novela era una obra de ficción y no un ataque a la institución. Pidió una excedencia y dejó definitivamente la policía para dedicarse por completo a la escritura.
El policía nacional Moisés Guzmán recibe una inusual oferta: pedir una excedencia y dedicarse a investigar un crimen cometido en Barcelona trece años atrás: el asesinato de un matrimonio de oncólogos y la desaparición de su hija de corta edad.
Pronto descubre que no es el primero a quien encarga la investigación y que sus antecesores tuvieron un trágico final al cabo de cincuenta días de iniciadas las pesquisas. Guzmán no dispone más que de una pista fiable: la chica desaparecida tiene un antojo en forma de tres fresones en la base de la espalda.
Él vive en la frontera que separa el infierno del purgatorio, en un lugar donde no hay cielo. Vive donde viven los que no tienen vida.
Una vez uno de los jefes de la policía judicial, le dijo que nunca anotara una confidencia en una libreta delante de un confidente. Ese detalle creaba desconcierto en esa persona ya que las confidencias nunca deben ser escritas, porque lo que no se escribe es como si nunca se hubiera dicho.
Los fresones rojos es una novela policíaca entretenida, que se lee rápido.
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