martes, 28 de febrero de 2023

LA MUERTE DEL HIPSTER, DANIEL GASCÓN

La muerte del hipster

Serie: hipster (2)

Daniel Gascón

N º de páginas: 176

Editorial: Penguin Random House

Año de publicación: 2021

Género: Narrativa contemporánea


Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Hispánica y Filología Inglesa. Ha publicado tres colecciones de relatos La edad del pavo (2001), El fumador pasivo (2005), y La vida cotidiana (2011). La memoria familiar, Entresuelo (2013), el ensayo sobre la crisis catalana El golpe posmoderno (2018), y las novelas Un hipster en la España vacía (2020) y La muerte del hipster (2021). 

Es responsable de la edición española de la revista Letras Libres, columnista de El país y colabora en El Periódico de Aragón. Fue coguionista de la película Todas las canciones hablan de mí, de Jonás Trueba y ha editado los Cuentos completos de Javier Tomeo. Ha traducido al castellano a autores como Christopher Hichens, Saul Bellow y Mark Lilla. 
Ha vendido a Netflix los derechos de su novela Un hipster en la España vacía.

Hipster es un término de la lengua inglesa que la Real Academia Española (RAE) no incluye en su diccionario.
Un Hipster se caracteriza por adoptar un estilo de vida con gustos e intereses asociados a lo vintage, lo alternativo y lo independiente, están en contra de las convenciones sociales y rechazan los valores de la cultura comercial.


La muerte del hipster es la continuación de la novela Un hipster en la España vaciada. 

En la primera, tras una ruptura con su novia, Enrique Notivol, el hipster protagonista de las dos novelas, desencantado de la vida moderna y ansioso por encontrar la autenticidad y la comunión con la naturaleza, abandonó Madrid y se instaló en el pueblo de su tía, La cañada de Azcón, (de 234 habitantes), en Teruel

—Lo que está claro es que vivimos demasiado deprisa, estamos obsesionados por el dinero, el prestigio, el temor a quedarnos fuera, la visión del turismo se ha extendido a toda nuestra vida, la sensación de que hay que experimentar constantemente…

En La muerte del hipster regresa Enrique Notivol, el hipster protagonista, que debe hacer frente a los urbanitas que, hartos de la ciudad asolada por la Covid-19, pretenden invadir su tranquilo rincón de la España vacía. 
Tenía grandes planes: huertos colaborativos, gallineros no heteropatriarcales y talleres de nuevas masculinidades. Contra todo pronóstico, llegó a ser alcalde y encontró el amor con Lourdes, la dueña del bar de la carretera.

Ahora la pandemia amenaza el mundo tal y como lo conocemos y gestionar el confinamiento en una zona despoblada tiene complicaciones inesperadas. Debe actuar ante el desafío secesionista de las Masías de la Rambla, resolver las dificultades de la campaña de vacunación, presentar un proyecto para acceder a los fondos europeos y gestionar el toque de queda, pero Enrique y los cañadienses idean soluciones imaginativas para sortear estos problemas, como la autodeterminación horaria, que permite a cada uno vivir en la hora que le apetezca.

Uno debe acostumbrarse a convivir con la frustración, y unos años como seguidor del Real Zaragoza y toda una vida de voto a partidos de izquierda me han fortalecido en ese aspecto. Los problemas que llegaban eran cuestiones más bien cotidianas, relativamente fáciles de resolver.

Por lo demás, al margen de la pandemia, la vida transcurría más o menos como siempre había transcurrido en el Maestrazgo, apaciblemente, entre la emergencia climática, la crisis económica y la extinción demográfica.

Obviamente, con la pandemia no ha sido fácil desarrollar todos nuestros proyectos: arreglar la fachada del ayuntamiento, descarbonizar el Maestrazgo, socavar la influencia nociva del heteropatriarcado, resignificar las relaciones interpersonales en un contexto de transformación global. En los últimos casos ha habido avances importantes, pero lo de la fachada del ayuntamiento parece que tendrá que esperar un poco, a ver si en otoño podemos hacer algo. También ha sido decepcionante lo de los fondos europeos.


Sin embargo, hay algo para lo que quizá el hipster no esté preparado: la llegada de los urbanitas, (y entre ellos su exnovia), que, hartos de la ciudad asolada por la Covid-19, pretenden invadir su tranquilo rincón de la España vacía. 

Aquí todos somos muy abiertos, pero no se puede ir por ahí avasallando, y del mismo modo que nosotros no podemos imponer nuestra forma de vida a los que llegan, los que llegan tienen que mostrar un poco de tacto y empatía con la idiosincrasia local. Pero, vamos, qué te voy a contar, son los problemas clásicos de las democracias multiculturales.


El hipster, que es el narrador, puede parecer irritante, o entrañable, una especie de Quijote, pijo y posmoderno, rodeado de personajes que son extravagantes sin saberlo. Algunas veces cándido (o ababol), otras veces pedante, hace continuas referencias a escritores o filósofos, sus ideas y sus obras. Abanderado de la nueva masculinidad, dogmático hasta lo ridículo, que al instalarse en un pueblo de Teruel pretende, con buena intención, modernizar a sus habitantes. 


Pero, aunque en el pueblo hemos tenido a raya la Covid-19, ha habido dos pulmonías. Es verdad que no son de Teruel Teruel, la madre de Luis parece que era de Valencia, y quieras que no eso se nota.


Si hay algo que he aprendido en este tiempo de vivir en Teruel es que hay que ir con la verdad por delante y que no hay que olvidarse el jersey, que de día hace sol, pero a la tarde refresca.


La muerte del hipster es una novela corta con toques de humor y sarcasmo, en la que el autor hace un análisis político y social de la situación del país de los últimos años y los cambios que ha provocado la pandemia. 


            Club de Lectura