miércoles, 25 de junio de 2025

TODOS LOS VIERNES DEL MUNDO, JOSÉ ANTONIO GARGALLO


Todos los viernes del mundo

José Antonio Gargallo

180 páginas

Editorial MilMadres

Publicado 2022

Narrativa contemporánea



José Antonio Gargallo (Calanda, 1973), que ha publicado la novela La vida prometida (2019), es un narrador y poeta fuera de lugar. Ahora que tanto se habla de la España vacía o vaciada como si se tratara de un Far West en vías de extinción o de transición a un mero decorado de Spaghetti western, él se presenta como un narrador del revés de la trama, un tipo inquieto, que ha formado parte del grupo de rock desinteresadamente libre, que se dedica a la fotografía y que mantiene a la vez campos de olivos, de almendros y de melocotones. La definición más probable para Gargallo es la de un hombre del Renacimiento, con conciencia global y trágica, que ya viene de vuelta de todo lo que en la ciudad comienza a inquietarnos. José Antonio Gargallo va siempre tres pasos por delante de nosotros, pero nadie lo nota... hasta que lo lee.


Todos los viernes del mundo  la protagoniza Rodolfo, un argentino en España, que es dueño del último videoclub. En medio del olvido social que sufre su negocio, un día es diagnosticado de Alzheimer. Entonces decide escribir sin saber el qué ni el para qué, solo teniendo claro que no lo dejará mientras pueda sostener una conversación con su cuaderno y sin saber que ese camino hacia el olvido, no encontrará nada de verdadero valor que merezca la pena recordar, salvo, quizá su propia existencia.

José Antonio Gargallo ha escrito una novela que toca nuestra fragilidad y nos presenta la memoria de toda una vida como algo con tan poco valor como un juguetee olvidado, que queremos hacer pasar por nuevo y que solo adquiere sentido desde la mirada de quien ya lo tuvo entre los dedos.

Todos los viernes del mundo, escrita desde el humor, el cine y la sensibilidad descarnada, nació de un impulso reivindicativo, que se convirtió en un falso diario, basado en un personaje real: el dueño del último videoclub de la provincia de Teruel.


Digamos que entre los buenos y los malos años he sumado suficiente tiempo como para darme cuenta de que nada iba totalmente en serio, salvo la vida.

Saco el bolígrafo y la libreta del bolsillo trasero de mi pantalón y lo escribo todo. Cualquier sitio y momento es bueno para escribir. Cuanto antes escribo menos me olvido, menos lo olvido, menos me cansa, más sé que será verdad y por lo tanto más me le puede importar la historia a quien sea.

Somos amor, violencia, progreso, envidia, sonrisa, desarraigo, colores... pero la ilusión, la ilusión lo es todo de una forma que los recuerdos no pueden abarcar, porque la ilusión va más allá, es futuro. Aunque no creo que cure una mierda si lo que pasa es que no consigues recordar nada. En fin.

Asumimos que los recuerdos son reales pero, cuando los perdemos, dejamos que la imaginación modere las prisas, como si la noche anterior no hubiéramos necesitado encender la luz para volver a la cama; pero sí, tuve que encender la luz.

El dolor que se queda viejo no me importa. Lo olvidaré pronto. El que no se va es el que importa.

Mi referencia siempre es el viernes, el día en que todavía estoy seguro de existir. El día en que la gente alquilaba y ahora... también.


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