Delphine de Vigan
176 páginas
Editorial Anagrama
Publicado 2021
Narrativa contemporánea
Delphine de Vigan (Boulogne-Billancourt, Francia, 1966) es una escritora francesa. Estudió en el Centro de Estudios Literarios y Científicos Aplicados (CELSA), tras lo que comenzó una carrera dedicada al análisis de encuestas de un instituto de opinión. Al mismo tiempo inició la escritura de su primera novela Días sin hambre, que publicó bajo el seudónimo de Lou Delving, y que está basada levemente en su propia vida. Fue en 2007 con su cuarta novela No y yo, cuando logró el éxito literario, y el prestigioso Rotary Internacional y el Premio de los libreros. En 2010 se llevó al cine. Tras este éxito se dedicó por completo a la literatura, logrando premios como el Fnac, el France Television o el Renaudot des lycéens, por sus novelas Nada se opone a la noche (2012) o Basada en hechos reales (2016). Después ha publicado Las lealtades (2019), Las gratitudes (2021) y Los reyes de la casa (2022).
Una bellísima novela sobre la gratitud, sobre lo importante que es poder dar las gracias a aquellos que nos han ayudado en la vida.
Hoy ha muerto una anciana a la que yo quería. A menudo pensaba: "Le debo tanto". O: "Sin ella, probablemente ya no estaría aquí". Pensaba: "Es tan importante para mí". Importar deber, ¿Es así como se mide la gratitud? En realidad, ¿fui suficientemente agradecida? ¿Le mostré mi agradecimiento como se merecía? ¿Estuve a su lado cuando me necesitó, le hice compañía, fui constante?
Reflexiona Marie, una de las narradoras de este libro.
Su voz se alterna con la de Jérôme, que trabaja en un geriátrico y nos cuenta:
Soy logopeda. Trabajo con las palabras y con el silencio. Con lo que no se dice. Trabajo con la vergüenza, con los secretos, con los remordimientos. Trabajo con la ausencia, con los recuerdos que ya no están y con los que resurgen tras un nombre, una imagen, un perfume. Trabajo con el dolor de ayer y con el de hoy. Con las confidencias.
Con el miedo a morir.
Forma parte de mi oficio.
Pero lo que me sigue sorprendiendo, lo que me alucina incluso, lo que aún hoy (tras más de diez años de práctica) me deja a veces sin aliento, es la perdurabilidad de las penas infantiles. La huella ardiente, incandescentes, que dejan al pesar de los años. Una huella indeleble.
A ambos personajes (Marie y Jérôme) los une su relación con Michka Seld, una anciana cuyos últimos meses de vida nos relatan estas dos voces cruzadas. Marie es su vecina: cuando era niña y su madre se ausentaba, Michka cuidaba de ella. Jérôme es el logopeda que intenta que la anciana, que acaba de ser ingresada en un geriátrico, recupere aunque sea parcialmente el habla, que va perdiendo por culpa de una afasia.
Y ambos personajes se involucrarán en el último deseo de Michka: encontrar al matrimonio que, durante los años de la ocupación alemana, la salvó de morir en un campo de exterminio acogiéndola y ocultándola en su casa. Nunca les dio las gracias y ahora querría mostrarles su gratitud...
Escrita con un estilo contenido, casi austero, esta narración a dos voces nos habla de la memoria, del pasado, el envejecimiento, las palabras, la bondad y la gratitud hacia aquellos que fueron importantes en nuestras vidas. Son las respectivas gratitudes las que unen a los tres inolvidables personajes cuyas historias se entrelazan en esta conmovedora y deslumbrante novela.
Envejecer es aprender a perder.
Asumir, todas o casi todas las semanas, un nuevo déficit, una nueva degradación, un nuevo deterioro.
Las gratitudes es una novela que trata sobre el origen de las cosas, sobre cómo nos relacionamos con el mundo del que venimos. Sobre la necesidad y lo importante que es dar las gracias.
Club de lectura


No hay comentarios:
Publicar un comentario